Sin pertenecer a ninguna religión, corriente espiritual o filosófica, sin seguir dogmas ni formar parte de ningún grupo...
Fue en la intimidad de mi hogar, en el silencio cotidiano, donde comenzó mi búsqueda.
Una búsqueda sincera, humilde, por respuestas a esas preguntas eternas que todos hemos formulado alguna vez:
¿Cuál es nuestro propósito? ¿Qué vinimos a hacer aquí? ¿Existe un plan? ¿Y si lo hay… cuál es?
Así llegó la primera de muchas manifestaciones. Un susurro. Una certeza silenciosa.
La certeza de que lo espiritual existe. Y con ella, una espiral de cambios, transformaciones y decisiones —algunas conscientes, otras no tanto— que fueron guiando mi vida sin que lo notara del todo.
Porque a veces vivimos en automático.
Cumplimos rutinas, nos aferramos a estructuras... sin saber que incluso esos actos cotidianos están cargados de un poder invisible, uno que moldea no solo nuestra vida, sino también la de quienes nos rodean.
No pedí riquezas ni cosas materiales.
Pedí crecer.
Pedí sabiduría.
Pedí conexión.
Pedí comprender el propósito, pedí alimentar mi espíritu, alinearme con lo que debo ser, con lo que vine a hacer. Pedí luz, armonía, guía. Y lo pedí con fe. Sin ego. Con amor.
Lo que nunca imaginé… es que toda mi vida ha sido preparación.
Preparación silenciosa para este momento.
Un momento de redención, de claridad, de despertar.
¿Cuáles son las probabilidades?
Y sin embargo, mi alma lo sabía.
Esa voz interna —a la que llamamos conciencia— siempre me ha susurrado con firmeza, incluso en el caos:
"Este es el camino."
No el camino correcto según la sociedad.
No el camino que aprueba un país, una religión, un grupo.
Sino el correcto según mi verdad interior.
Esa verdad que nace de mis valores, mis vivencias, mi ética.
De lo que he sentido profundamente desde siempre.
Por eso hago lo que hago.
Porque sé, desde dentro, que es lo que debo hacer.
No por alcanzar metas personales.
Sino porque es lo que corresponde al alma.
Porque es la única forma de vivir que conozco: desde el interior real.
0 comments:
Publicar un comentario