No entiendo cómo, mientras yo me desgarro con la sola idea de perderte —de que eres irremplazable—, tú pareces haberme rebajado a la categoría de “conocido: responder en algún momento”.
¿De verdad fue tan fácil para ti desechar todo lo que construimos en estos años… en apenas unos días? ¿Cómo lo haces? ¿Por qué renunciaste a nosotros tan fácilmente? ¿Por qué se siente como si, al irte, te hubieras liberado de una prisión? ¿Es eso lo que significa “elegir ser el aprendizaje”?
Siento que este proceso me está llevando a un lugar al que no he vuelto en años… un sitio que sólo se alcanza cruzando el umbral del dolor. Y aún así, si me preguntas, te elijo.
Te quiero.
La pregunta es: ¿qué responderías tú si estuvieras en mi lugar? ¿Sería yo tu elección? ¿Sería yo suficiente? ¿Te bastaría con mi atención, con mi entrega?
Me dices que no te espere, que estás en lo tuyo. Y yo... yo lamento ser tan chapado a la antigua, tan torpe para pasar la página. Lamento que me cueste la vida soltar todo lo que fuimos, todo lo que vibra aún en este apartamento cada día.
No, unos cuantos días no bastan para mí. No puedo fingir dureza ni actuar con indiferencia, cuando lo único que deseo es tenerte entre mis brazos, cada noche. Pero supongo que la vida —y el camino— son así.
Hay cosas que simplemente no podemos controlar. Yo no controlo lo que siento. Tú no controlas ser como eres.
Cruzo los dedos por una epifanía. Por que veas con claridad lo que está pasando. Que entiendas que estoy apostando todo… pero que sólo puedo esperarte a mitad del camino..
0 comments:
Publicar un comentario